9 de marzo de 2014

El Derecho

En mi último curso de derecho tuve que hacer un ensayo filosófico. Os dejo un poquito de aquello hoy, Domingo...

"Seis años de doble licenciatura. Un plazo que estimo suficiente para aceptar el reto que se me planteó para reflexionar por escrito mediante dicho ensayo filosófico sobre el por qué y el cambio en el panorama del derecho. Cómo empezó y cómo difiere actualmente de dicho enfoque inicial.

Inicio así una meditación en voz gráfica sobre cuestiones que habitualmente se limitan a charlas en alguna que otra clase, como teoría del derecho, historia del derecho, derecho romano…, a las cuales quizá nunca les llegué a ver el sentido acerca de por qué teníamos que estudiar cosas tan “pasadas de moda”, y que hoy día, con el paso de los cursos, he podido ver que son la base de todo nuestro Derecho, y fundamental para entender el por qué se ha ido configurando y transformando de este modo. Y es que en muchas ocasiones hemos sido los alumnos como la burocracia, más atenta a “rellenar papeles” que a cumplir con su “papel” en la sociedad.

Esta ha sido una tarea en la que han intervenido dos partes – profesores y alumna-, y que se ha labrado tras años de estudio. Pero sólo se sabe en la medida en que se recuerda, de ahí la necesidad de citar la “memoria externa” usada, que no es otra cosa que los libros y documentación que he considerado necesarios para ilustrarme en el tema.


Y como una vez, en mi primer curso de carrera me dijeron tras una intensísima charla, “No he pretendido tras esto vencer a nadie. Espero en cambio haber llegado a con – vencer a alguno”.

¿Qué es el derecho? Si algo es incuestionable en relación a lo jurídico, es la evidencia de que el derecho lo invade todo hoy día; desde que amanecemos hasta que nos acostamos, de la A a la Z, desde que nacemos hasta que morimos. Y pese a ello, los juristas que hacían sonreír a Kant al no ponerse de acuerdo sobre qué era el derecho, no han conseguido mejorar en exceso. Resulta por ello casi imposible ofrecer una definición, ya que además definere significa terminar, y en el campo jurídico nunca se acaba nada ya que siempre estamos actualizándonos. Pese a esto, podemos entender derecho como un orden social coactivo que se ajusta a conflictos de intereses.

La idea de orden es algo propio del hombre que se pasa la vida ordenando. Y esta idea de orden conlleva a la de seguridad, como sinónimo de conducta amparada por el ordenamiento jurídico. El carácter social conlleva una relación con la realidad material exterior al individuo. En virtud de esa realidad externa existen la posesión, la servidumbre o los frutos pendientes; de no ser por las “cosas” no existirían los derechos reales. El cumplimiento de ese orden de relaciones sociales no queda a voluntad de las personas, sino que viene exigido por el grupo social al que pertenece. El derecho tiende a la consecución de la justicia, pero esto nunca termina tampoco de lograrse, siendo por tanto que el derecho se ajusta a los conflictos, de manera institucionalizada, a través de la tipificación de conflictos y de los jueces.

“El derecho fue el instrumento del poder monárquico contra las instituciones, las costumbres, los reglamentos, las formas de pertenencia características de la sociedad feudal. Por un lado, el poder monárquico se ha desarrollado en occidente apoyándose en gran parte sobre las instituciones judiciales a la par que las desarrollaba; a través de la guerra civil ha reemplazado la vieja solución de los litigios privados por un sistema de tribunales, con leyes, que daban de hecho al poder monárquico la posibilidad de resolver las disputas entre los individuos. De igual modo, el derecho romano, que reapareció en occidente en los siglos XIII y XIV ha sido un instrumento formidable en manos de la monarquía para definir las formas y los mecanismos de su poder, en detrimento de los poderes feudales”[1]

A modo de conclusión, diré que el derecho en cuanto al ensayo que nos ocupa, puede definirse como “un mecanismo de cohesión social mediante el cual se castiga al verdadero culpable y a la vez se protege al débil, que era quien antes de la aparición del derecho se llevaba la peor parte”.

«El filósofo del Derecho se convierte de este modo en un colega menor del filósofo; se pone detrás de él y goza de su esplendor; no brilla con luz propia sino con luz refleja». Y continúa diciendo líneas abajo «Esta concepción de la filosofía del Derecho presenta un grave inconveniente: la llamada aplicación se convierte a menudo en una transposición extrínseca, cuando no forzada, de soluciones de un campo al otro, con la consecuencia de que los problemas generales del Derecho no son estudiados partiendo desde la experiencia jurídica misma, sino de las soluciones dadas a problemas aún más generales y en todo caso distintos»"



[1] Foucault: “Les mailles du pouvoir”, en Dits et ecrits, p. 1004

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